En los vórtices del vértigo

Humor gestual (con alguna pequeña incorporación de texto, hilarante). Algo menos tierna que el anterior espectáculo (No me llames Solsticio, llámame Otoo), un poquito más gamberra y a la vez más profunda.
El querer hablar, tener que opinar, querer el foco en nosotros para luego no saber bien bien qué decir, el encontrarnos (demasiado) cómodos en nuestro hábitat habitual, nuestras estructuras prefijadas que marcan barreras con los demás. Y el miedo, en fin, al abismo, diferente para cada uno, que hay más allá de nosotros…aunque a veces al otro lado o al final de la caída, encuentras caras sonrientes. Muy, muy buenos.