El mago Acheron Delacroix estrena el espectáculo Almas, que es dirigido a su vez por José María Tete Fanné.
El espectáculo se presenta como un show de base mentalista relacionado, sobre todo, con el más allá y el contacto con las personas ya fallecidas. Pero a pesar de esta presentación inicial, el espectáculo presenta varios números muy variados, algunos incluso alejándose totalmente de la temática principal. Pero el problema es que esta variedad de trucos seleccionados quedan, al final, poco ligados entre ellos, perdiendo totalmente el hilo argumental. Esta falta de cohesión general no se da únicamente entre los distintos trucos, sino que también los bailes realizados no hilan con la temática original.
Además, hay que tener en cuenta que los trucos son muy dispares entre sí, es decir, hay algunos trucos muy buenos y correctamente realizados y otros que son bastante flojos, puesto que no consiguen sorprender al espectador.
En cuanto a los trucos en particular, hay ocasiones en las que el mentalista queda velado por el truco en sí, perdiendo todo tipo de protagonismo. Esto sucede en los trucos especialmente dedicados a la comunicación con las personas fallecidas, en las que un espectador del público entra en contacto con su ser querido, quedando el mago a un margen. Para mejorar este aspecto, sugeriríamos que Delacroix se erigiera como un mensajero o intermediario directo entre los dos mundos de una manera más específica para así no perder protagonismo. Aun así, el mentalista consigue entrar en contacto con el público.
Como conclusión, cabe destacar que se trata de un espectáculo con trucos demasiado diversos entre sí sin un hilo argumental fuerte, de modo que no se consigue crear una atmósfera fantasmagórica. Seleccionar trucos más sorprendentes y relacionados entre sí con un argumento fuerte mejoraría el espectáculo.