Un divertimento rejuvenecido

Les dones sàvies

Les dones sàvies
15/10/2017

Para las comedias de Moliere, los años no han pasado en vano. Así pues, la gracia de este montaje no recae en su trama simple ni en la gastada moraleja. Si merece la pena verlo es por el vertiginoso ejercicio interpretativo en el que se internan Enric Cambray y Ricard Farré, quienes se atreven a interpretar ellos solos todos los papeles del auca.

Desde la gestualidad y la caricatura, cada personaje tiene una forma de ser marcada por elementos muy sencillos. Un movimiento, una modulación de la voz o una prenda de ropa son suficientes para que reconozcamos instantáneamente cuál de ellos está hablando. A veces, con un mismo actor dándose réplica y contraréplica. Todo a un ritmo ágil y una compenetración absoluta entre ambos, cuidada al milímetro.

Con el humor por bandera salpicado con una pizca de sarcasmo, donde más gana el espectáculo es en las escenas de creación propia. Provoca el mayor número de carcajadas la brillante aparición del señor Cunill (“el de ‘Els Matins’, que ahora viene por las tardes”), escena cumbre nutrida de la interpelación al público, guiños a la actualidad y un punto de improvisación. Es aquí donde se crean los momentos más divertidos y punzantes.

Con todo, Les dones savies se convierte en un divertimento enérgico y de calidad interpretativa. Para olvidarse del clásico y centrarse en el entrenamiento fresco, canalla y rejuvenecido.

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