Suso Silva: «Cabaret Maldito es un lugar sin reglas, sin normas, sin tabúes y sin políticos»

Redacció

Artista ganador en 2003 del Premio Nacional de Circo, Suso Silva interpreta, escribe, dirige y produce El Circo de los Horrores que, actualmente, presenta su último espectáculo: Cabaret Maldito. Se trata de show provocativo de humor y terror que está dando mucho de qué hablar y cosechando un gran éxito de público.

¿Cuál es el origen El Circo de los Horrores?

Nació en 2006, un poco por la necesidad de captar a ese público joven poco apetente de circo tradicional pero con ganas de disfrutar de una experiencia nueva y distinta. El modo de atraer a estos chavales fue ofrecerles una temática que incluyera adrenalina pura y dura y los iconos de los personajes más terribles de la historia del cine.

Vuestro segundo espectáculo fue El Manicomio de los Horrores…

Sí. Explorábamos un terror más mental, más psicológico. Era un show de grandes atracciones, no solo teatrales sino circenses. Y, así, la trilogía se cierra con Cabaret Maldito.

¿Qué nos propone Cabaret Maldito?

Esta vez, jugamos con la parte más sensual del circo. Llevados de la mano del mismísimo Lucifer, adentramos al espectador en el mismísimo templo del pecado. Lucifer les propone una noche de sexo, lujuria, fama, riqueza y poder a cambio de su alma. Es un lugar sin reglas, sin normas, sin tabúes y sin políticos, cosa que está muy bien.

¿Se trata de un cabaret según el término habitual del género?

Sí pero, en este caso, con una escenografía impactante. Es una catedral gótica que representa la mismísima casa del diablo. Por lo demás, los personajes, aunque estén llevados a una estética más oscura y siniestra, no dejan de ser los prototipos habituales del cabaret. Adaptados y reinventados, eso sí.

¿Podrías nombrar algunos ejemplos de estos personajes?

Por ejemplo, tenemos a la Perversa, una diabla travesti de dos metros de altura con una imagen muy poderosa que interactúa mucho con el público. También a un diablo más típico hortera de Las Vegas o al mismísimo Lucifer que hace las funciones de maestro de ceremonias e hilo conductor.

¿Qué personajes interpretas tú?

Yo no lo llamaría “interpretar” porque para mí son como muchos alter ego. Son trocitos de los claroscuros de mi interior. Por ejemplo, el loco de un manicomio.

¿Qué tiene que ver contigo?

Para ser buen actor, tienes que estar un poco tocado…

¿Y el resto?

Me gusta mucho Nosferatu, un personaje que me tenía prendado desde hace mucho tiempo. Y por supuesto, Lucifer que me produce un placer especial. Me encanta sentir el poder que cree el público que tiene este personaje sobre ellos. Un poder que, de hecho, no es real pero que, aparentemente, impone muchísimo.

¿Por qué no es muy habitual ver propuestas de terror en las artes escénicas?

Creo que no saben muy bien cómo hacerlo. Lo bueno de El Circo de los Horrores es que las conexiones que hemos ido encontrando del teatro y el circo con el mundo del terror han llegado casi de casualidad. En teatro, no se utilizan porque tendrían que meterse en una especie de pasaje del terror para que funcionase. No es nuestro caso. Nosotros partimos de adaptaciones de personajes tradicionales circenses para llevarlos a un mundo más escénico y terrorífico. Por ejemplo, un lanzador de cuchillos vinculado a la historia de Jack el Destripador. O al mundo del sadomasoquismo.

Suena interesante…

Poco a poco, he descubierto que es una maravilla poder jugar con todos esos iconos y tratar de darles credibilidad con un guión siempre detrás. Parte del éxito de El Circo de los Horrores es fusionar todos esos elementos.

Y fusionar el terror con el humor, ¿no?

Exacto. Y da muy buen resultado. Cuanto más acongojado está el espectador, más rápido fluye la risa nerviosa. El público no puede huir de su butaca. Con lo cual, yo aprovecho esa atmósfera para crear un estado de pánico desternillante maravilloso. Son experimentos que he ido probando a lo largo de esta última década y que he ido perfeccionando.

¿Cómo ves el público de Barcelona?

Al público catalán se le considera, ciertamente, un poco frío… pero también es verdad que no con nosotros. Estamos en el Port Vell y los gritos de la gente se escuchan desde el final de las Ramblas.

¿Crees que hay un resurgimiento del cabaret?

Sí. Es evidente. Desde que nació Cabaret Maldito, hace ya cuatro o cinco años, han ido apareciendo montones. Hay un resurgimiento, cosa que está muy bien porque el cabaret es jugar a la noche, a tomar una copa viendo un espectáculo y eso tiene un encanto especial. Su interacción hace que el espectador se sienta mucho más dentro de todo lo que sucede. Y eso es lo que quiere el público de ahora: vivir en sus propias carnes una experiencia única e irrepetible.

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